Historia del aceite de oliva
El cultivo del olivo y la producción de aceite de oliva tienen su raíces profundas en la historia de España. El olivo, símbolo de la paz, de su historia se sabe que han sido cultivadas en todo el Mediterráneo hace unos 6000 años. Su origen podría ser el Mediterráneo oriental, pero muy probablemente se originó en Grecia. Hay tabletas de piedra que se encuentran datadas de 2500 AC de la corte del rey Minos de Creta que hacen referencia a historia de esta planta.
El olivo fue llevado a la Península Ibérica por los fenicios y los griegos. El cultivo del olivo se amplió considerablemente por los romanos, que también ha mejoraron las técnicas de producción. El Aceite de oliva de Hispania estaba muy bien considerado por los habitantes de la Antigua Roma, así como por el resto del Imperio Romano, que consideró que era de calidad superior.
Más tarde, los árabes continuaron perfeccionando la técnica de la producción de aceite de oliva. La importancia de la influencia árabe es evidente por el hecho de que la palabra española para el aceite – aceite – proviene del árabe – al-zat-, o jugo de oliva. Como resultado de una tradición de mil años de edad, estable, hoy España es el principal productor y exportador de aceite de oliva en el mundo
Historia del Aceite de oliva en Andalucía
La historia en Andalucía se remonta a la época de los fenicios, el gran pueblo comerciante de la antigüedad mediterránea, llevó el cultivo del olivo a las costas del sur de la Península Ibérica, hacia el siglo XI a. C. Pronto Andalucía se convierte en una de las principales zonas de producción del oro líquido. Fueron los fenicios los que asimismo introdujeron la producción de aceite en el Magreb y Cerdeña.
Con Roma el consumo de aceite de oliva llega a los confines del imperio, a las nubladas fronteras de Britania y a las nevadas llanuras danubianas. El comercio del aceite se desarrolló como nunca antes, las costas del magreb oriental, la Baetica (Andalucía) y el mediterráneo francés fueron los tres grandes centros de producción de aceite durante los siglos del imperio.
El predomino andaluz y jiennense en la producción mundial de aceite de oliva proviene de la época de los establecimientos del Imperio romano en Hispania. En época romana la Bética, provincia romana que coincide básicamente con el territorio andaluz, fue la principal provincia productora de aceite de oliva durante los siglos de esplendor del Imperio romano.
Muestra de la gloria de la que fue una de las provincias más ricas y fecundas del Imperio romano, es la colina del Testaccio, en Roma. El Testaccio, o monte de los tiestos, es una colina artificial de 250 x 150 metros en su base y de más de 50 m de altura, formada por los millones de restos de ánforas olearias(de aceite de oliva), arrojadas en él durante casi trescientos años, desde la época de Augusto, hasta mediados del siglo III, donde más del 90{294d6773c1c83da8a26ae78f7fd09db673ef9d930b899b013f9bb48ad2cdadf5} corresponde a ánforas baeticas.
La tradición popular de la capital de Italia, que recoge historias de la colina como testimonio de la gloria de Roma, conserva la leyenda de que se trataría del lugar donde se arrojaban las ánforas que contenían el tributo de todas las provincias a la ciudad imperial. En la enormidad del monte de tiestos, los habitantes de la ciudad veían un símbolo del poder de la Roma antigua y de la bonanza económica de su gran imperio. No obstante la tradición popular yerra en su identificación: el Testaccio está formado por las ánforas que contenían el tributo y la riqueza del aceite de una sola provincia, la Baética y en menor medida de la Tripolitania, según el modelo (Dressel) de vasija hallados en dicho yacimiento romano.
En la antigüedad, y al igual que actualmente, el centro de la producción andaluza se encontraba en el valle del Guadalquivir, si bien entonces el peso mayor recaía algo más al oeste que actualmente (con el actual predominio en Córdoba y sobre todo de la olivarera por excelencia Provincia de Jaén).